viernes, 3 de junio de 2011

¿Quién no ha sido blanco fácil por ser inocente y creer en la gente?



El 30 de diciembre de 2004 se presentaba en Republica Cromañón, el grupo Callejeros.
Un recital muy esperado por sus fanáticos, en el cual se tocaría los temas de “Rocanroles Sin Destino”. En el lugar se encontraban alrededor de 5 y 6 mil personas (mas de la capacidad permitida). Ninguna de ellas imagino, ni la propia banda, es que esa noche se desataría una de las peores tragedias de la Argentina.

Antes de la salida al escenario de Callejeros, Omar Chaban, dueño del lugar, realizo un efusivo discurso de 10 minutos, pidiendo a los fanáticos que no tiren bengalas ni petardos, ya que el techo estaba construido por materiales inflamables. “El que tira petardos tiene instinto criminal, es un asesino hijo de puta, tirar bengalas acá es criminal” (Omar Chaban, dueño de Cromañon)
“Escuche en repetidas ocasiones a Chaban decir, q se iba a prender fuego todo, que éramos unos pelotudos y un montón de cosas que en ese momento me parecían giladas. ¿Por qué se la agarraba con las bengalas que con las banderas eran el alma en un recital de rock?
Aunque me daba cuenta de los riesgos, no me interesaba creer que algo jodido podía suceder”. Minutos después salía Callejeros, alentados y festejados por miles de chicos. (Sol, sobreviviente)
El recital transcurría bien, sin ningún inconveniente pero a las 22:30 una bengala lanzada hacia el techo, por uno de los fans, impacto en el techo provocando el incendio de una media sombra, una especie de tela de plástico inflamable. Al derretirse el aire quedo totalmente contaminado con gases tóxicos.
“Mire el techo y la media sombra se estaba prendiendo fuego. Cachos de la tela en llamas caían al piso. El fuego se expandió por todos lados. Las banderas de los flacos que estaban delante mío se fueron encendiendo. La gente empezó a correr y a gritar enloquecida” (Tato, sobreviviente)
Los seguidores comenzaron a correr despavoridamente; la salida de emergencia se encontraba cerrada con candandos y alambres para evitar el ingreso de los clásicos colados. Muchos de los que lograron salir del lugar, volvieron a ingresas para rescatar a las personas que todavía se encontraban en el interior del edificio. “¿Dónde estarán mis amigos? ¡Tengo que entrar a buscar a los chicos! No lo pensé más, capaz que si lo pienso, no lo hago ni mamado. Llevado por ese impulso, atravesé las puertas del infierno, decidido a sacar a los que seguían adentro. Los cuerpos pesaban como bolsas de papas. Para moverlos había que sujetarlos de las dos manos y tirarlos con la fuerza de un caballo”. (Ezequiel Ratti, sobreviviente.)
Un gran despliegue de policías, bomberos, médicos y enfermeros se sumaron a la tarea de rescate; vecinos, tacheros, colectiveros, entre otros, también colaboraron en lo que podían. Durante el rescate participaron 16 ambulancias, encargadas de trasladar a las victimas hacia los hospitales y clínicas. Las personas contratadas por los organizadores para brindar primeros auxilios no contaban con la preparación requerida, ya que no fueron contratados profesionales para disminuir los costos.
El fuego se combatió de inmediato, pero no pudo erradicarse el humo que se convirtió en el verdadero causante del deceso de la mayoría de las victimas. El excesivo tiempo que llevo la apertura de la puerta de emergencia, a cargo de varias personas, gravito directamente en la enorme cantidad de muertos por asfixia. Muchas de las victimas fatales fueron colocadas en fila sobre la vereda de la calle Bartolomé Mitre. “Observe a muchos pibes tirados en la calle, enfrente de Cromañón, ya muertos. Era mirar y verlos uno al lado del otro, pero sin vida. Muy ordenaditos pero sin vida.
Fue horrible ver a los chicos silenciosos, quietos y sin destino, esperando en la vereda que su gente los viniera a llorar”. (Ezequiel Ratti, sobreviviente.)
En el incendio y en los días subsiguientes murieron 193 personas y al menos 1432 heridos, incluso familiares de integrantes de la banda.
Al día siguiente de la tragedia, cientos de familiares se agrupaban frente a las puertas de la morgue judicial para pedir información sobre el paradero de sus seres queridos. 
La causa judicial comenzó, después de la tragedia, con la captura nacional e internacional de Omar Chaban, tras acusarlo de homicidio simple con dolo eventual de 193 personas. La misma tomo distintos rumbos, cambio de carátula y de jueces.
En el mes de abril de este año, la justicia sentencio a Chabán, dueño de edificio, a 8 años de prisión. (Los mismos jueces, Marcelo Alvero, Raúl Llanos y María Cecilia Maiza, le habían dado 20 años de cárcel en agosto de 2009 cuando se hizo el juicio oral.)
Raúl Villarreal (mano derecha de Chabán) fue condenado a 6 años de prisión, lo mismo que el ex subcomisario Carlos Rubén Díaz, que cobró las coimas que le pagaban las autoridades del boliche.
Al cantante de Callejeros, Patricio Santos Fontanet, que había sido absuelto en el juicio oral, le dieron 5 años de cárcel al igual que al manager del grupo, Diego Argañaraz. Condenaron al baterista Eduardo Vázquez, a 4 años de prisión.
Además, fijaron 4 años de cárcel para Fabiana Fiszbin, 3 años y 9 meses para Gustavo Torres y 3 años y medio para Ana María Fernández, todos ellos ex funcionarios del Gobierno porteño que habían sido condenados a penas de prisión en suspenso.
Por último, los jueces fijaron penas de prisión en suspenso para el resto de los integrantes de Callejeros: Juan Alberto Carbone (3 años), Christian Torrejón (3 años), Maximiliano Djerfy (2 años y medio), Elio Delgado (2 años y medio) y Daniel Cardell (2 años).
Gonzalo Sanz Cerbino, licenciado en Historia,  es autor del libro recientemente publicado,  “Culpable. República Cromañón”.
 Con respecto a la banda se disolvió hace un año atrás, formando una nueva llama Casi Justicia Social, liderada por el Pato Fontanet.
Acerca de a la persona que prendió la bengala, nunca se supo su paradero. ¿Estará muerto? ¿Y si esta vivo? ¿Podrá cargar con tanta culpa? ¿Fue conciente de lo que estaba haciendo?

Estas preguntas junto con otras como ¿Por qué cerraron las puertas? ¿Por qué habilitaron el lugar? ¿Por qué tiene/en que morir gente para que se han los controles adecuados de habilitación? Quedaran perdidas en el tiempo para algunos, pero para otros “hay que luchar porque la justicia argentina corte con la suprema corrupción. Luchar contra la legitimada impunidad. Y luchar por un mundo donde el poder del amor desarme el amor por el poder, que no para de matar a inocentes de cualquier edad, raza, sexo o religión.”

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